La cirugía de venas varicosas o ‘ligadura y extirpación’, consiste primero en atar la vena de la pierna, haciendo dos pequeñas incisiones en ella. Después de hacer estas dos incisiones, se ata y sella la vena varicosa y luego se extirpa.
Este tratamiento se basa en un concepto: las venas no son la enfermedad sino una consecuencia de un trastorno circulatorio que sobrecarga la vena (generalmente referido a una de las venas safenas).
Por lo tanto se lleva a cabo una cirugía mínima para simplemente eliminar el mecanismo de hiperpresión sin extirpar la vena en sí misma, que queda en el cuerpo.
El procedimiento consiste en marcar mediante una ecografía (ECO-Doppler) con un rotulador sobre la piel los puntos sobre los que el cirujano necesita actuar y así posteriormente, generalmente bajo anestesia local, cerrar las venas en los puntos donde hay válvulas defectuosas, provocando que la sangre busque otros caminos que sí funcionen correctamente.
Sin embargo la vena dilatada no se extrae. Esto hace que la intervención sea menos agresiva y se pueda llevar a cabo sin ingreso hospitalario, y con un período de recuperación mucho más corto.
Una técnica quirúrgica muy sencilla y poco invasiva que permite extirpar ramas varicosas colaterales y pequeñas varices aisladas (varices reticulares) mediante incisiones minúsculas (2 ó 3mm). Para pequeñas varices aisladas se puede llevar a cabo con anestesia local y de forma ambulatoria.
Las incisiones son tan pequeñas que muchas veces ni siquiera precisan puntos de sutura para cerrarlas.
En nuestra Unidad de Cirugía Vascular, disponemos de los mejores tratamientos quirúrgicos para eliminar tus varices.
La cirugía en algunos casos sigue siendo una opción. Este tipo de cirugía se suela llamar ‘ligadura y extirpación’. La cirugía de venas varicosas a menudo se lleva a cabo con anestesia general.
Los pacientes más frecuentes para una operación de párpados o blefaroplastia superior suelen ser mujeres y hombres a partir de los 40 años de edad con un buen estado de salud general.
Algunos pacientes, por sus rasgos individuales, presentan un aparente exceso de piel desde edades más tempranas.
Es importante detectar aquellos pacientes que tienen unas cejas caídas o bajas, ya que en estos casos la blefaroplastia sola no consigue despejar el párpado suficientemente y puede ser necesario añadir una elevación de cejas para conseguir un resultado apreciable sobre la mirada.
La valoración de cada paciente por el cirujano plástico más el saber qué cirugía es la más adecuada para cada uno, son la clave del éxito en este tipo de cirugía.
Una cirugía demasiado agresiva sobre la piel, músculo y grasa del párpado superior da lugar a párpados “vacíos”, ojos hundidos, mirada triste y en el peor de los casos dificultad para cerrar los ojos.
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